9 de abril de 2014

Homosexualidad y psicoterapia: ¿reorientación o autoaceptación?


A lo largo de la historia ha habido épocas (como en la antigua Grecia y Roma) en que la homosexualidad ha sido considerada  algo normal, y otras en que ser homosexual era sinónimo de enfermedad mental y producía rechazo en la sociedad. Hoy veremos dos ejemplos de psicoterapia para la homosexualidad basada en dos enfoques y épocas diferentes: la “terapia de reorientación sexual” de los años 60 del 
 s. XX y la “terapia afirmativa”, en la actualidad.

Antes de conocer ambas terapias necesitamos saber qué es y en qué consiste la “terapia de aversión”, pues está muy relacionada con el enfoque de los años  60 donde el objetivo era curar la homosexualidad tanto en hombres como en mujeres.
                                          
LA TERAPIA DE AVERSIÓN

Esta técnica consiste en exponer repetidas veces al paciente a ciertos estímulos a la vez que se le somete a algún tipo de malestar o sensación desagradable.

Mediante este procedimiento se busca que el paciente asocie esos estímulos a algo desagradable y así acabar con un comportamiento indeseado. Así, ese comportamiento que antes asociaba el paciente a emociones positivas, ahora está condicionado a sensaciones desagradables y se reduce la probabilidad de que lo vuelva realizar. Las sensaciones desagradables se consiguen mediante olores fuertes, sabores desagradables o por medio del uso de sustancias eméticas que producen náuseas. (Quizá, por ejemplo, nos venga a todos a la mente la película La naranja mecánica, donde para acabar con su agresividad obligan al protagonista a exponerse a imágenes de carácter violento mientras se le droga para crearle sensaciones desagradables con el objetivo de que asocie la violencia que tanto le gusta a la repulsión, y acabar así con sus conductas agresivas).

Actualmente la terapia de aversión se utiliza principalmente en el tratamiento de adicciones, como por ejemplo alcoholismo y otras drogas. En muchos casos se utiliza la aversión sólo en imaginación (técnica conocida como sensibilización encubierta) para tratar trastornos como la ludopatía, el exhibicionismo… entre otros.


LA TERAPIA DE REORIENTACIÓN SEXUAL DE LOS AÑOS 60

Pero el objetivo de la terapia de aversión no siempre ha sido tratar problemas de alcoholismo y abuso de drogas  ya que en los años 60 fue muy utilizada para tratar de cambiar la orientación sexual de los homosexuales. En esta época la homosexualidad era considerada una enfermedad (por desgracia aún hay quien piensa de esta forma) y algunos  homosexuales acudían voluntariamente al médico a pedir ayuda y ser “curados”. El Psicólogo Martin Seligman utilizó la terapia de aversión  como parte de su “Terapia de reorientación sexual”, a través de la cual trataba de  disminuir o eliminar los deseos o prácticas homosexuales de sus pacientes; ¿Cómo? pues exponiéndoles repetidas veces a imágenes de cuerpos desnudos del mismo sexo (entre otras) mientras les inyectaban una sustancia emética que les provocaba náuseas y malestar físico.


EN LA ACTUALIDAD: LA TERAPIA AFIRMATIVA

Afortunadamente hoy en día el uso de la terapia de aversión para la homosexualidad es ilegal en muchos países. Actualmente se utiliza la Terapia afirmativa y su objetivo es conseguir que el individuo acepte satisfactoriamente su homosexualidad. Como podéis ver el enfoque de la psicoterapia es totalmente distinto al de mitad del siglo pasado.

Aunque en este siglo XXI ya son muchas las personas homosexuales que viven libremente su homosexualidad, también hay quienes encuentran muchas dificultades a la hora de aceptar su condición sexual.
Fundamentalmente las dificultades se articulan en dos ejes:

- Problemas de autoaceptación y autorechazo: es frecuente encontrarnos con personas que ven su condición sexual como una auténtica catástrofe. No se gustan ni se aceptan tal como son, se avergüenzan e intentan autoengañarse y obviar sus sentimientos. Son frecuentes la culpabilidad y la baja autoestima, así como el  rechazo a sí mismos.

- Miedo al rechazo por parte de los demás: Otro problema importante es el miedo a las reacciones de las personas que les rodean (la sociedad en general y sobre todo su familia y personas de su círculo más cercano). Es muy habitual sentir que defraudan a sus padres o a sus amigos por no ser heterosexual, por no ser lo esperado y “adecuado”.  Esto propicia la ocultación y el engaño, y por consiguiente llevar una vida llena de insatisfacciones por no poder ser uno mismo ni comportarse libremente.

¿Y cuales son las consecuencias de la no aceptación de uno mismo y del miedo al rechazo? En muchos casos esto desemboca en depresión, ansiedad, abuso de drogas y alcohol, baja autoestima, problemas de identidad, sentimientos de culpa…


¿QUÉ HACE EL PSICÓLOGO EN ESTOS CASOS?

A través de la Terapia afirmativa para la homosexualidad se abordan varios aspectos: por una parte trabajaremos las falsas creencias e ideas irracionales que pueda tener sobre la homosexualidad para contribuir a su autoaceptación; y por otra parte le dotaremos de herramientas para afrontar posibles actitudes de rechazo por parte de los demás. De esta forma se evitarán problemas emocionales que podrían interferir en diversas áreas de su vida, tanto personal como laboral.


Veamos algunos ejemplos de ideas irracionales y falsas creencias que puede tener la persona homosexual sobre su condición sexual:

-         “ ser homosexual es horrible”

-         “ser homosexual es una enfermedad”

-         “ los homosexuales son unos pervertidos y viciosos”

Si un gay o una lesbiana tiene estas ideas preconcebidas no es difícil imaginar como se debe sentir.

Otras creencias y expectativas están relacionadas con el miedo al rechazo o la reacción de los demás al enterarse de su homosexualidad:

-         “si se lo digo a mis padres ellos ya no se sentirán orgullosos de mí… les defraudaré”

-         “ Si la gente me rechaza al enterarse de que soy homosexual no lo podré soportar”

-         “hablarán de mí en mi barrio y seré el hazme reír y el raro”

Hay que trabajar estas creencias y cambiarlas por otras más adaptativas y menos rígidas y catastróficas. Por ejemplo la idea terrible de “si la gente me rechaza no lo podré soportar” la trabajaríamos para ir poco a poco cambiándola por otra más realista y saludable como “si la gente me rechaza lo pasaré mal, pero lo podré soportar y seguir adelante; ni todos me rechazarán ni voy a hundirme por ello”.

Otro ejemplo es las expectativas de una mala reacción de sus padres, que pueden resultar falsas y no cumplirse pero también  pueden resultar verdaderas y darse el caso de que sus padres reaccionen fatal al enterarse. Hay que preparar a la persona por si esto sucede.

Como hemos visto a lo largo del artículo actualmente el objetivo de la psicoterapia no es cambiar la orientación sexual del individuo, sino ayudarle a aceptarla y a disfrutarla plenamente sin los problemas que suele llevar asociados en una sociedad como la nuestra. 
La orientación sexual de una persona no determina su salud mental. Si todos partiéramos de esta premisa ¡qué distintas serían las cosas!


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¡Hasta la semana que viene!

(imagen cortesía de Master isolated images FreeDigitalPhotos.net)

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